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Universidad Pablo de Olavide, Sevilla.

sábado, 23 de abril de 2011

"UNA SOCIEDAD TECNOLÓGICA"


Actualmente nos dirigimos hacia una sociedad estructuralmente compleja y distinta de la de hace una década (Pérez Serrano, 2001). Si algo caracteriza a esta sociedad de la información es el hecho de “vivir en una sociedad ultrarápida” (López Gómez, 2003), en donde la velocidad de la información y la comunicación toman un papel relevante.

En el caso de la enseñanza se han seguido trayectorias similares. La enseñanza superior se ha acogido favorablemente la incorporación de las tecnologías a las aulas universitarias. Las ventajas de ello recaen en el aprendizaje de los alumnos/as y en el apoyo que otorgan a la labor docente. Así mismo, las TICs han permitido ofertar titulaciones universitarias virtuales, o asignaturas, tanto en centros de tradición presencial como en instituciones de enseñanza a distancia. Lo mismo sucede con los centros educativos de primaria y secundaria los cuales utilizan las TICs como recursos de apoyo a la enseñanza presencial de carácter complementario teniendo en cuenta la enorme difusión que existe de estas tecnologías entre los jóvenes y niños de las nuevas generaciones.

Otro de los impactos acontecidos en nuestra sociedad es el tema de la administración electrónica. Actualmente podemos cumplimentar la declaración de la renta por Internet, solicitar la expedición de certificados oficiales, etc. La banca también ha flexibilizado sus funciones de tal forma que podemos realizar o consultar transferencias bancarias, incluso solicitar la anulación o creación de cuentas de ahorro o crédito.

Una de las más importantes revoluciones tecnológicas, por tanto, ha sido Internet, extendiéndose prácticamente en todas las empresas, instituciones y en los hogares. El ordenador se ha convertido en un “medio multifuncional” a través del cual podemos comprar, vender, comunicarnos, informarnos, desempeñar tareas educativas,... (Solano, 2004). Además, a la hora de acceder a la red lo hacemos mayoritariamente desde ámbitos privados y de un modo individual.

Su rápida difusión ha propiciado cambios en nuestros hábitos y costumbres.

Todos estos aspectos nos hacen ver que estamos inmersos en un uso desmesurado de todas las tecnologías y no concebimos la idea de dejar de emplearlas para determinadas actividades diarias, generando por tanto cierta adicción a ellas. Un aspecto nuevo que he conocido personalmente ha sido el surgimiento de fenómenos psicopatológicos como consecuencia de este desarrollo tecnológico inmoderado, concretamente la ‘narcosis de narciso’ y la ‘invisibilidad de la tecnología’ (entre otros) (Kerckhove, 1999). El primero se refiere a la actitud que tenemos muchos de nosotros en el deseo de tener las tecnologías más novedosas hasta tal punto que llegamos a asociar el poder con la posesión de las mismas. El segundo fenómeno se refiere al olvido de tecnologías tradicionales a favor de las más novedosas.

Ante estos inconvenientes, la figura del Educador/a Social es fundamental a la hora de evitar tales situaciones que pueden convertirse en un riesgo social para la persona, grupo o comunidad que la posea. Todo ello a través de un trabajo activo con una visión objetiva del uso de las TICs, atendiendo a sus ventajas y a sus inconvenientes y moderando además su utilización durante sus intervenciones. En mi opinión, considero que el Educador Social ha de actuar desde la escuela y la familia principalmente con el objeto de prevenir que estados como: estrés, adicción, ansiedad, irritación,… desaparezcan especialmente en edades tempranas a fin de conseguir una sociedad más estable y consciente del uso de las TICs en un futuro cercano.

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