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Universidad Pablo de Olavide, Sevilla.

lunes, 2 de mayo de 2011

LAS TICS Y LOS CAMBIOS EN LA VIVIENDA. CASAS DOMÓTICAS O INTELIGENTES

Durante siglos, el hogar ha sido concebido durante siglos como el espacio destinado a unas funciones delimitadas: el descanso, la alimentación, el ocio familiar, el cuidado y educación de los hijos.

Sin embargo, en la actualidad, ya no cumplen estas funciones destinadas exclusivamente para la vida familiar, sino que en las viviendas sus habitantes también trabajan, establecen relaciones interpersonales ajenas al núcleo familiar, buscan información en lugar de acudir a la propia institución, quedan en espacios no físicos con los amigos, hacen sus compras, sus gestiones bancarias, se multiplican las opciones de entretenimiento en el hogar, de aprendizaje desde casa, etc. Vemos por tanto, que existe una fuerte tendencia a hacer más cómoda y dinámica la estancia en la vivienda.

De esta forma, surgen nuevas formas de vida en el hogar basadas en el uso de las nuevas tecnologías informáticas y comunicativas como es el caso de las casas domóticas o inteligentes, que hagan la vida más cómoda a las familias (Chaparro, 2003). Y es que uno de los objetivos que se persigue con estos tipos de casas ‘tecnológicas’ es que garanticen además de comodidad, seguridad y control.


Respecto a esta tecnologización de la vida humana, incluida la vivienda familiar existen posturas contrapuestas: los defensores de las tecnologías y los opresores que consideran que las tecnologías deshumanizan. En este sentido, Junestrand (2002), considera que la combinación de TIC y hogar es una relación más natural, pero que abre una nueva brecha digital ya que no sólo hay diferencias entre los que tienen o no una vivienda, sino entre los que tienen una vivienda y los que poseen una vivienda digital.

Frente a todos estos cambios, ¿pensamos que las TICs son beneficiosas para las personas o por el contrario, son nocivas? Desde mi punto de vista, considero que el uso de las TICs solo es posible para aquellas personas con un determinado nivel social y económico que les permite tener acceso a ellas. Es por ello, por lo que además de las desigualdades existentes entre pobres y ricos a nivel económico, educativo, social…, aparece, como se ha mencionado, una brecha denominada ‘digital’ que desiguala el acceso a las nuevas tecnologías de diferentes grupos, incluyendo aspectos como la comodidad, la seguridad y el control que caracterizan el uso de las TICs en el ámbito familiar, según lo aprendido anteriormente.

En definitiva, creo que el avance tecnológico crece únicamente pensando en aquellas personas con mayor poder adquisitivo, y sin tener en cuenta las clases más desfavorecidas socialmente; el mercado tiene en mayor consideración lo económico que lo social. Por otro lado, creo además que estas desigualdades entre ambas clases se acentúan conforme el desarrollo tecnológico progresa ya que las personas de clase social inferior al no recibir por lo general los mismos conocimientos educativos ni tecnológicos que las de rango superior, permanecen estancadas en el mismo nivel aumentándose las diferencias entre ambas. Por consiguiente, los más privilegiados pueden adquirir un mayor conocimiento en el uso de las TICs al tener un mayor acceso a ellas, pudiendo avanzar de nivel educativo y social.

A pesar de ello, el hecho de poseer mayor número de herramientas tecnológicas entre un rango social y otro no implica que existan entre ambos diferencias en la calidad de vida, ya que ésta es definida de forma subjetiva por cada individuo dentro de los valores sociales que ha aprendido y adquirido.

En resumen, creo que no debemos dejarnos llevar por una sociedad meramente tecnológica caracterizada por la comodidad de muy pocos, y sí por una sociedad que promueva la igualdad de oportunidades en el acceso a las nuevas tecnologías con precios asequibles y promoviendo el conocimiento del uso de las mismas a todos, o al menos, a la mayor parte de la población.

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